lunes, 17 de noviembre de 2008

Raspones de rodillas

Lloraba exageradamente. A mí me causaba gracia. Era su primer raspón de rodilla y esa situación hizo que me remontara a mi niñez.
Yo no era una persona tranquila para jugar. Corridas, tropiezos, caídas, saltos, risas y llantos se me vinieron a la cabeza rápidamente, y en ese momento la sonrisa se me instaló en la cara mientras miraba llorar a Nacho.
A mamá le pasó lo mismo.
“vos te caías, te lastimabas las rodillas y antes que pudieran curarse te volvías a caer y a lastimar en el mismo lugar”, dijo, y todos lanzamos las carcajadas.
Las carreras con Jona (mi compañero de aventuras, peleas y descubrimientos) al kiosco de la esquina eran muy frecuentes, y los tropiezos en el camino eran inevitables por los desniveles de la vereda (porque por la calle no podíamos ir).
Otro motivo de raspones y golpes fue el inolvidable árbol de granada! Si lo habré trepado!
La gracia era subir a la rama que estaba perfectamente en forma paralela al suelo y tirarse desde ahí. Los que eran más valientes se subían a la que estaba más arriba, un poco más alto que el techo, mientras que otros se colgaban de cabeza.
Nacho seguía llorando y yo seguía riendo. No por el hecho de que llore, sino porque sé que cuando sea más grande se va a acordar de eso con una sonrisa llena de historias.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Señales

Hablábamos de señales.
“¿Creen en las señales?”
Yo asentí. Yo las creo porque las siento, pero a veces me tiran abajo. No porque sean malas o negativas, sino porque siguen alimentando esperanzas e ilusiones que no sé si considero bueno tener.
Quizás un poco de realismo no me vendría nada mal. Poner un poco los pies sobre la tierra, ser más racional. A veces me gustaría ser una de esas personas y quizás sea eso lo que necesito.
Pero no puedo.
“Por ahí tenes que disfrutar la magia de ese momento y nada más”
Yo creo que me atrae más esa idea, y seguramente es la más cercana a lo que puedo llegar a hacer ahora.

miércoles, 22 de octubre de 2008

La llegada del silencio

Cerca de la nada.
Hablaba pero nadie la escuchaba. Del otro lado parecía haber una máquina que respondía automáticamente cada pregunta, cada comentario, de una forma seca, fría, distante.
Cada vez se hacía más dificultoso mantener en alto aquel entusiasmo. Las palabras no fluían, se escondían entre los labios cada vez más temerosas. Se asomaban de vez en cuando tras alguna mueca, pero la cobardía les ganaba.
Hasta que llegó el punto enloquecedor de no saber qué decir.
¿Qué había pasado?
El tiempo.
Había pasado mucho tiempo.

martes, 26 de agosto de 2008

Sin saber por qué empecé

Dos días de sentimientos encontrados.
Ayer tranquilidad, lágrimas, alegría, tristeza. Hoy risa plena y enojo sin reservas. Y así, me encuentro siendo la protagonista de un cuento de hadas, la víctima de una película de terror y la malvada madrastra de Blancanieves. Saltando en todos esos roles con la misma facilidad con la que olvido dónde "guardé" las llaves.
Estas líneas son escritas con el rencor que me quedó de aquella pelea, pero no voy a escribir sobre eso, porque justamente si escribo es para aquietar las aguas turbias.
Quiera o no el escribir es liberador; y las buenas compañías, los reencuentros esperados y las charlas deseadas también ayudan. ¡Y cómo!
Creo que son la justificación a estos altibajos, y la razón por la que en la mayor parte del tiempo el estado de ánimo no coincide con la situación vivida.
Será que ahogo pensamientos.
No, me corrijo, no los ahogo, sino que elevo los que deben ser enaltecidos.
Sí, es eso.
Ahora, con la cabeza despejada y el corazón calmo evalúo nuevamente la situación… ¿Qué me llevó a decir esto?

miércoles, 23 de julio de 2008

MÚSICA x JUEGUETE





Este domingo a las 15 hs. se realizará en el playón de la Universidad Nacional del Sur el Festival MÚSICA x JUEGUETE.
Aquel que vaya podrá disfrutar escuchando a las bandas La Kermesse, Diatriba, Después Vemos, Los Bestias y Grises, y maravillarse con el espectáculo que los malabaristas del centro cultural Blanco y Negro ofrecerá.

Los esperamos!! Lo único que tienen que hacer es llevar un juguete!

Todo lo recaudado será para festejar el Día del Niño con los chicos que asisten al Centro Social y Comunitario Pocho Lepratti de Villa Talleres:

http://centrosocialycomunitariopocholepratti.blogspot.com/


Cualquier tipo de colaboración es bienvenida. Se pueden comunicar en:
el_merendero_@hotmail.com

martes, 22 de julio de 2008

Ausente




Siempre fui buena administrando mi tiempo. No sé bien cómo, pero hacía todo lo que tenía y quería hacer.
Me asombró darme cuenta que estaba cayendo en la “red de los ausentes”. Al fin y al cabo es eso lo que hacía, estaba ausente. Dejé de ir a los lugares que solía visitar, dejé de ver a las personas que siempre están, dejé de lado las largas charlas, la lectura confortable. Me veía como Manolito envuelta en el “tic-tac efímero”.
Tuve que cruzarme por casualidad con “el Dieguito” para darme cuenta que hacía mucho que no lo veía, que muchas cosas en su vida habían cambiado ¿Por qué llegar hasta ese punto?


jueves, 17 de julio de 2008

El despertar

Y de pronto me encontré sola, en la oscuridad de aquella casa. A mi alrededor ningún movimiento, sólo silencio.
Mi cuerpo cansado se dejó caer en el sofá. No sabía qué hacer o por qué estaba allí, pero había algo que me inquietaba. ¿Era yo?
Sí, era yo. No había nada extraño en la habitación, no había ningún problema que yo estuviera ahí, pero sí había un vacío dentro mío, algo que me incomodaba, que de a poco me desesperaba, me asfixiaba.
¡Basta! Basta de todo aquello.
Me volví hacia la ventana, la abrí para dejar correr la brisa de la mañana. A mis espaldas las plantitas que alegran aquel sector de la casa me lo agradecían. El sol estaba saliendo y apuntaba directamente hacia nosotros.
Respiré profundo y bajé mi mirada hacia la calle. Había mucho movimiento, situación lógica en aquel horario y por la ubicación céntrica.
Personas caminando o en sus autos se apresuraban para ir al trabajo, colectivos llenos de niños que iban al colegio, el revistero diciendo “Buenos días”, bocinas, murmullos, eran signos de que la ciudad se despertaba.
Todavía no lograba ver al portero del edificio, pero sí se veía con total claridad el oficial de seguridad que custodiaba el inmueble de al lado. Parecía ser su primer día, o por lo menos era la primera vez que lo veía allí.
El local de la esquina abría sus persianas mientras que en el negocio de enfrente entraba y salía gente desde hacía unos minutos.
Eso era lo que necesitaba: abrir la ventana. Dejar entrar la brisa, cambiar el aire, renovarlo; mirar a través del vidrio, ver más allá; sentir aquel calor; comprender ese mundo y descubrir, finalmente, que al igual que la ciudad despierta cada mañana y se inunda de vida, nosotros podemos hacer lo mismo.